Se cree que Pierre-Paul Riquet nació en Béziers en 1609, probablemente el 29 de junio, festividad de San Pedro y San Pablo, aunque su certificado de nacimiento se perdió. Es sabido que en su juventud le obsesionaban las ciencias y las matemáticas, y que prefería hablar la lengua de Oc que el francés. Su padre, procurador real y muy hábil negociante, le animó a entrar en la administración de los tributos sobre la sal. Comenzó su trabajo en la recaudación de impuestos sobre la sal y en 1637 se casó con Catherine de Milhau, hija de una familia de clase media de Béziers, con la que tuvo cinco hijos. La familia residió en Revel, donde Pierre-Paul Riquet se dedicó a la recaudación del impuesto sobre la sal durante 20 años y creó su fortuna.
En 1651 ocupaba el puesto de sub-colector de la provincia de Languedoc y en 1660 ascendió al de inspector general de los tributos sobre la sal de Languedoc y Cerdagne, además de actuar como proveedor de municiones para el ejército de Cataluña.
En 1661, fue nombrado Barón del señorío de Bonrepos, cerca de Verfeil, y era dueño de una mansión en Toulouse, así como de propiedades y títulos en Revel, donde fue juez de la Corona..
Era un trabajador incansable, conocido por ser imaginativo, entusiasta, audaz y observador. Era reconocido por su buen juicio y espíritu emprendedor, a lo que se sumaban sus dotes de líder y su talento comercial. Riquet también tenía fama de ser sutilmente calculador, puntilloso con los aspectos legales y tenaz (incluso testarudo). Pero por encima de todo, destacó por su calidad humana al ofrecer a sus trabajadores salarios decentes y condiciones de trabajo desconocidas hasta la época.
En 1662, a la edad de 53 años, decidió hacer realidad su sueño de la niñez: construir un canal para conectar el Mediterráneo con el Atlántico. Dedicó el resto de su vida a este proyecto. Cuando murió, en octubre de 1680, la obra estaba casi terminada, a tan sólo 5 km del mar Mediterráneo. En 1681 se llenó de agua el canal y los representantes del Rey lo inauguraron.
Los inicios del proyecto
Pierre-Paul Riquet visitó en su niñez la Cámara del Consejo de los Estados de Languedoc (donde su padre ostentaba un puesto), cuando se presentaron planes para la construcción de un canal que uniera los dos mares. Esta idea le obsesionaría durante el resto de su vida.
Su proyecto no fue el primero: la idea de crear una vía fluvial de comunicación entre el Mediterráneo y el Atlántico ya se había propuesto en tiempos de los romanos, bajo los reinados de Nerón y Augusto. Las ventajas a ganar eran obvias: al conectar las cuencas del Aude y el Garonne, se evitaría la larga travesía que suponía rodear la península Ibérica (más de 3.000 km) para transportar mercancías hasta la costa Atlántica.
Se concibieron muchos otros proyectos similares en épocas posteriores, pero nadie llegó a resolver los problemas que planteaban los cambios de nivel y la provisión de agua para el futuro canal.
La mayor dificultad radicaba en la necesidad de desplazar embarcaciones cargadas con mucho peso desde el nivel del Mediterráneo al del Atlántico y vice versa. El canal tenía que cruzar, desde el nivel del mar, una cuenca de 190 metros, y esto sólo sería posible contando con un suministro regular y constante de agua que se distribuyera por igual entre las esclusas de ambos niveles.
La primera tarea a la que se enfrentó Riquet fue encontrar un suministro de agua. Viajó por la Montaña Negra acompañado de Pierre Campmas, un zahorí de Revel, y descubrió que existía agua en abundancia. El siguiente problema consistía en encontrar la manera de que el agua fluyera en dos direcciones, hacia el Mediterráneo y hacia el Atlántico.
Según cuenta la historia, una tarde, mientras pensaba cómo hacer que las aguas de la vertiente mediterránea descargaran en el río Sor, que fluye hacia el Atlántico, comprendió que era necesario excavar un canal de distribución en la ladera de la montaña. Una vez que las aguas recogidas en la Montagne Noire se condujeran al Conquet y se unieran al caudal del Sor, sólo habría que ampliar este canal hacia el llano para alimentar el canal…
Había encontrado la solución, pero tenía que conseguir que fuera aprobada. Riquet recurrió a su amigo Monseñor d’Anglure de Bourmelon, Arzobispo de Toulouse, que suscribió el plan y lo apoyó ante Colbert, el Ministro de Economía.
El 15 de noviembre de 1662, Riquet redactó su famosa nota dirigida a Colbert; había nacido el Canal du Midi…
Un pionero
Pierre-Paul Riquet fue, como patrón, pionero en su tiempo, ofreciendo condiciones de trabajo mucho más favorables de lo que era habitual en el siglo XVII. Sus empleados ganaban un salario mensual, que era alto para la época, y tenían días de descanso pagados (domingos, festividades y días lluviosos).
Se proporcionaba alojamiento barato a quienes lo solicitaran. Los trabajadores recibían las herramientas necesarias para realizar su trabajo y eran responsables de su mantenimiento. Los empleados que caían enfermos continuaban recibiendo su paga, un precedente de la actual baja por enfermedad, lo cual era una idea revolucionaria en el siglo XVII.